Científicos del Smithsonian descubren una nueva especie de carnívoro

Es el primer hallazgo de este tipo en más de tres décadas
August 15, 2013
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Olinguito

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Hay una criatura misteriosa que a pesar de haber sido observada en su hábitat natural, guardada en colecciones de museos e incluso exhibida en zoológicos de todo el mundo, ha sufrido por más de 100 años un caso de identidad errónea. Sin embargo, un equipo de científicos del Smithsonian descubrió especímenes de este notable animal que habían sido pasados por alto en museos y emprendió una travesía desde los gabinetes de museos en Chicago hasta los bosques de neblina en Sudamérica y los laboratorios genéticos en Washington D.C. El resultado: el olinguito (Bassaricyon neblina), la primera especie de carnívoro que se descubre en el continente americano en 35 años. El descubrimiento del equipo está publicado en la edición del 15 de agosto de la revista ZooKeys.

El olinguito parece un cruce entre un gato doméstico y un osito de peluche. Es, de hecho, el miembro científicamente documentado más reciente de la familia Procyonidae, que comparte con los mapaches, coatíes, kinkajúes y olingos. El olinguito, que pesa 2 libras y tiene ojos grandes y un pelaje marrón rojizo, es endémico de los bosques de neblina de Colombia y Ecuador, tal como lo sugiere su nombre científico “neblina”. Además de ser el miembro más reciente de su familia en ser descrito, otra particularidad del olinguito es que se trata de la especie más nueva de la orden Carnívora; un descubrimiento extremadamente infrecuente en el siglo XXI.

“El descubrimiento del olinguito nos demuestra que el mundo todavía no ha sido explorado por completo; sus secretos más básicos no han sido revelados aún”, dijo Kristofer Helgen, curador de mamíferos en el Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian y líder del equipo que informó el descubrimiento. “Si todavía podemos encontrar carnívoros nuevos, ¿qué otras sorpresas nos esperan? Hay muchas especies en el mundo que aun son desconocidas para la ciencia. Documentarlas es el primer paso para comprender toda la riqueza y diversidad de la vida sobre la Tierra”.

Sin embargo, una nueva especie de carnívoro no se descubre de la noche a la mañana. En este caso, llevó toda una década y no era el objetivo original del proyecto, el cual buscaba completar el primer estudio exhaustivo de los olingos, que son varias especies de carnívoros arborícolas del género Bassaricyon. El equipo de Helgen buscaba descifrar cómo reconocer varias especies de olingos y cuál es su distribución, cuestiones que habían sido poco claras para los científicos durante mucho tiempo. Sorpresivamente, gracias al análisis detallado de más del 95% de los especímenes de olingo existentes en los museos de todo el mundo, las pruebas de ADN y la revisión de datos de campo históricos, el equipo reveló la existencia del olinguito, una especie jamás descrita.

Helgen encontró la primera pista en los dientes y el cráneo del olinguito, que eran más pequeños y tenían una forma diferente de los de los olingos. El análisis de las pieles en los museos reveló que esta especie nueva era además más pequeña en general y con un pelaje más largo y denso. Los registros de campo indicaron que se encuentra en un área muy específica de los Andes norteños entre 5,000 y 9,000 pies sobre el nivel del mar, altitudes mucho mayores que las de las especies conocidas de olingos. Sin embargo, esta información provenía de especímenes de olinguito pasados por alto que habían sido recogidos a principios del siglo XX. La pregunta que Helgen y su equipo se hicieron fue la siguiente: ¿todavía existe el olinguito en su hábitat natural?

Para responder a esta pregunta, Helgen recurrió a Roland Kays, director del Biodiversity and Earth Observation Lab del North Carolina Museum of Natural Sciences, para pedirle ayuda con la organización de una expedición.

“Los datos de los especímenes antiguos nos dieron una idea de dónde mirar, pero aun así parecía ser al voleo”, dijo Kays. “Pero estos bosques andinos son tan increíbles que sabía que incluso si no encontrábamos el animal que estábamos buscando, nuestro equipo descubriría algo genial por el camino”.

El equipo tuvo un golpe de suerte que empezó con un video. Tras confirmar la existencia del olinguito gracias a unos pocos segundos de video pixelado grabado por su colega Miguel Pinto, un zoólogo de Ecuador, Helgen y Kays se aventuraron en una expedición de tres semanas para encontrar ellos mismos al animal. Trabajando junto con Pinto, encontraron olinguitos en un bosque sobre las laderas occidentales de los Andes y pasaron varios días documentando todo lo que pudieron sobre el animal, tanto sus características como su hogar selvático. Dado que el olinguito era nuevo para la ciencia, era imprescindible que los científicos registraran cada uno de los aspectos del animal. Descubrieron que el olinguito está activo principalmente de noche, es principalmente frugívoro, rara vez baja de los árboles y tiene una cría a la vez.

Además de sus rasgos físicos y comportamiento, el equipo tomó especial nota del hábitat del bosque de neblina andino, que está gravemente amenazado por el inminente desarrollo humano. El equipo estimó que el 42% del hábitat histórico del olinguito ya ha sido transformado en áreas urbanas o agrícolas.

“Los bosques de neblina de los Andes son un mundo en sí mismos, llenos de especies que no existen en ningún otro lugar, muchas de las cuales están amenazadas o en peligro de extinción”, dijo Helgen. “Tenemos la esperanza de que el olinguito sirva como especie embajadora para los bosques de neblina de Ecuador y Colombia, para llamar la atención a todo el mundo hacia estos hábitats cruciales”.

Si bien el olinguito es nuevo para la ciencia, no es desconocido para la gente. Las personas han estado viviendo dentro o cerca del bosque de neblina del olinguito por miles de años. Y aunque han sido identificados erróneamente, los especímenes han estado en los museos por más de 100 años y al menos un olinguito de Colombia fue exhibido en varios zoológicos de los Estados Unidos en las décadas de 1960 y 1970. Hubo incluso varias ocasiones a lo largo del siglo pasado en que el olinguito estuvo a punto de ser descubierto, pero nunca lo fue. En 1920, un zoólogo de Nueva York consideró tan inusual a un espécimen de olinguito de un museo que pensó que podía tratarse de una especie nueva, pero nunca avanzó con la publicación del descubrimiento.

Darle al olinguito su nombre científico es solo el comienzo. “Este es el primer paso”, dijo Helgen. “Demostrar que una especie existe y darle un nombre es donde empieza todo. Es un animal hermoso, pero sabemos muy poco sobre él. ¿En cuántos países vive? ¿Qué más podemos aprender sobre su comportamiento? ¿Qué tenemos que hacer para garantizar su conservación?” Helgen ya está planeando su próxima misión a las nubes.

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